La siguiente autora en hablarnos sobre la autopublicación es Beatriz G. López, la autora de El presagio de Horus y 13 Milímetros, Scorpio.
Beatriz empezó a escribir de pequeña, y tras muchos escritos
que solo leía ella, decidió presentarse al I certamen Corcel Dorado de
Entrelíneas Editores, del que resultó ganadora. La obra premiada fue El
presagio de Horus. Tras la recuperación de los derechos, autopublicó la segunda
edición de la novela.
Además hace poco publicó su segunda novela Scorpio (primera
parte de la saga 13 Milímetros).
Beatriz es diplomada en Turismo y en la actualidad estudia
psicología. Es una gran lectora y entre sus autores favoritos se encuentras Ken
Follet y Anne Rice.
Puedes visitar la página web de la autora pinchando Aquí.
Año 3661. La raza humana se encuentra al borde de la extinción. En la isla de Urania, una pequeña comunidad vive en paz adaptada a un territorio hostil. Pero la aparición de un cometa anuncia que ha llegado el momento que tanto temen, aquel que se repite cada siete años y que hace que las pocas personas que aún habitan la Tierra se escondan para intentar seguir viviendo.
Calypso, una joven de veintiún años, ya ha presenciado el fenómeno antes. Sabe que no todo está perdido y que es posible resistir a la amenaza que caerá sobre el planeta. Pero también sabe que cualquier error podría empujarles directos hacia la ruina. Es por eso por lo que, junto al resto de miembros de los grupos especiales de su pequeña ciudad, tratará de luchar por la supervivencia de los suyos. Tratará de burlar al Destino una vez más.
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Un pasado turbulento ha llevado a Annibal Scorpio a liderar
una importante organización de tráfico de drogas. Su nombre es reconocido
dentro del crimen organizado, tan respetado como temido. Tiene todo a su
alcance: dinero, lujos, mujeres. Poder. Un entorno blindado que le asegura
inmunidad.
O eso creía.
Una llamada telefónica. Nadie al otro lado de la línea. Y
los cadáveres de dos hombres aparecen en un callejón. Nada fuera de lo común
para la policía de una ciudad acostumbrada al crimen. Hasta que descubren sus
identidades.
Scorpio es un hombre arrogante, orgulloso, agresivo.
Acostumbrado a ganar. Pero un asesino anónimo está poniendo a prueba a su
organización. Le está poniendo a prueba a él. Las pistas son confusas. No hay
huellas. Tan solo un juego macabro que deja siempre la misma firma: un número tallado
en metal.
“Ahí estaba, observándoles desde las tinieblas de
la muerte. Trece.”
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LA HOJA EN BLANCO
No voy a decir miedo, pero sí
respeto. Las ideas fluyen libres en la mente, sin ataduras, sin restricciones…
Sin una maldita pista para darles forma sobre el silencio de la hoja en blanco.
No importa si se trata de un folio, la hoja de un cuaderno o el espacio virgen
del procesador de texto donde el cursor parpadea con insistencia.
¿Cómo
empiezo? ¿Debo poner esto o aquello otro? ¿Y si me equivoco? ¿Mi personaje
tendría que ser con carácter o algo más tímido? ¿Y el protagonista debería ser
zurdo o diestro? ¿Ojos azules o marrones? ¿Es el género que quiero escribir?
¿Gustará mi historia?
¿Venderá?
Error.
Esta última es una pregunta que
inevitablemente tendemos a hacernos, y es sensato tenerla en cuenta, pero no es
la más idónea para regir nuestros escritos. Es evidente que nos preguntamos si
nuestra creación gustará a quienes nos lean. Gustará. Me parece un modo más bonito de enfocarlo. Lo primordial,
bajo mi punto de vista, es que, para que podamos transmitir a los demás,
primero debemos satisfacer nuestras propias exigencias. Creo que, si no somos
capaces de cumplir con nuestra parte más crítica, difícilmente podremos hacer
llegar nuestras ideas a los demás.
Evidentemente, no todo gusta a
todo el mundo y es algo que debemos tener claro desde el primer segundo. Sin
embargo, este es un objetivo que se tiende a conseguir mediante el camino
fácil. ¿Qué es lo que quiero decir? Las modas. Si se lleva un género en
concreto en una época puntual, los libros, relatos y escritos en general
probablemente se inclinarán a seguir ese género simplemente por vender. No es mi intención afirmar que
es lo que hacen la mayoría de personas, pero solo hay que pasarse por las
librerías (aunque con mirar Internet es suficiente) para ver cuál es el género
que predomina en un momento dado. También se puede aprovechar el tirón para que
los propios negocios exhiban ese mismo género para vender más. Al fin y al
cabo, de eso viven, pero este es otro tema.
A lo que me quiero referir con
esto no es al género que esté de moda en sí. Las modas, en cualquier ámbito,
muchas veces nos las imponen, pero son los propios consumidores quienes las
mantienen. Esto constituye un debate aparte. Me ceñiré a la hoja en blanco. No todos tenemos las mismas necesidades a la
hora de transmitir nuestros escritos, nuestro mundo interior a los demás. Puede
ser que para alguien coincida lo que tiene que contarnos con el género en auge,
y eso es estupendo, pero… puede ser que no sea así para otras personas.
Escribe. Escribe lo que
necesites, lo que quieras compartir con tus futuros (o ya presentes) lectores.
Mi opinión es que, si un escritor se ciñe únicamente al tema de moda cuando no
es lo que su mente y alma piden escribir, está vendiendo su naturaleza. Aun
cuando no consiga vender su libro después.
Es por eso que, cuando se tiene
en frente una hoja en blanco, no hay que rehuir la mirada pensando en si lo que
haremos lo haremos bien. Si es lo que quieres hacer, lo que quieres contar,
bien estará. Es tu historia, tu libro. Eres tú. ¿Cómo puede estar mal eso? Los
personajes pasarán por unos escenarios, vivirán unas experiencias y se
enfrentarán con unos obstáculos, que resolverán o no, que se ajustarán a tu
propio enfoque. Porque eres tú quien decide lo que ocurrirá en ese mundo de
fantasía, terror, ciencia-ficción, historia, romanticismo… Los aspectos más
puramente gramaticales, de estilo y demás ya vendrán después. Porque la hoja en
blanco lo que primero quiere es el núcleo de la historia, su esencia. Esencia
que coincidirá con la tuya como escritor.
Y más adelante, cuando esta hoja
en blanco ya se haya transformado en decenas, incluso cientos de folios escritos,
es cuando comienza todo lo demás. Hablo de lecturas y relecturas, propias y de
lectores cero, correcciones, maquetación… Y después el proceso de edición,
publicidad, venta… Porque, si decides autopublicar, todo este trabajo reside
muchas veces en uno mismo.
Hay mucha tendencia a
desprestigiar al autopublicado. Cualquiera puede autopublicar, ¿verdad? Para
algunos, esto no tiene mérito ninguno. Se asocia el autopublicado a la baja
calidad, al trabajo pobre. He visto por ahí que se dice que algunos no tienen
ni corrección y poseen una mala maquetación. Supongo que es como todo: si la
primera vez que vas a un melocotonero das con el único melocotón inmaduro, lo
muerdes y no te gusta, juzgarás el resto sin haberlos probado. Esa es una de
las batallas que debemos afrontar los autopublicados: el juicio de nuestras
obras sin que hayan sido leídas.
Para todas aquellas personas que
opinan que nuestros libros no han de ser leídos solo por el hecho de haber
escogido emprender la andadura en solitario, déjenme decirles algo. Un
autopublicado no solo escribe, publica y se desentiende; hay un arduo trabajo
detrás, todo aquel que correspondería a una editorial (y que algunas
editoriales ni te proporcionan), que llevamos a cabo sin perder la ilusión y peleando
por llegar a más gente. Y, por supuesto, haber superado
la presión de la hoja en blanco. ¿Creen que todo el mundo vale para ser
autopublicado? Prueben.
Y para el resto, para vosotros
que escribís, deciros que precisamente no perdáis la ilusión. No es un camino
fácil. Escribid lo que necesitéis, lo que está en vuestro interior y grita por
ser liberado, incluso cuando no sigue las modas. Teniendo eso, las puertas de
vuestro sueño pronto estarán más cerca de abrirse ante vosotros.
Beatriz G. López
¡Muchas gracias por haber contado conmigo durante este evento tan necesario y especial!
ResponderEliminarEstamos en contacto.
¡Besitos!